sábado, 10 de octubre de 2009

Y allá van las Ramblas. (Notas de Barcelona, segunda entrega).

Para Juan Fernández.

 

Son las seis de la mañana en Barcelona. De la madrugada para mí. No he dormido y no pienso hacerlo hasta al menos en una hora. Entré al cuarto de hotel cargando con un día de alcohol y cigarro. Con dos semanas de viaje en mis pantalones de mezclilla. Con tres aviones, con cien canciones en los audífonos, una pastilla para dormir, un sentimiento prolongado de nostalgia que trazó una línea por el atlántico desde México hasta España con escala en Francia. Dejo la cartera sobre el escritorio, llave, monedas; me quito los tenis y los calcetines. Enciendo la computadora, pongo música. Abro una de las cuatro cervezas compradas al paqui hace diez minutos. Aún están frías pero no por mucho tiempo. Abro una, enciendo un cigarro, salgo al balcón.

 

El viento de las seis de la madrugada no es ni frío ni caliente. Es simplemente viento. En su más pura expresión. Como si el mundo estuviera amaneciendo y dando el mensaje de que sigue siendo el mismo de siempre. Allá quien quiera entenderlo. Me gusta la actitud del mundo. Su despreocupación por todo. A mi mundo le importa muy poca cosa todo. Amanece como se le da la gana: lluvioso, gris, soleado, caluroso, verde, azul, naranja. Le llueve encima a quien se le de la gana, llámese Bush, Picasso, Hitler, Lennon, Maradona, Charlie Chaplin. Se come a quien quiera, bendice a los peores, maldice a los más buenos. Qué tipo.

 

Pero cae bien, ¿no es cierto? Es de esos tipos auténticos que les da igual si le caes bien o no. No hace chistes voluntarios pero siempre te hace reír.
Es uno de esos sabios silenciosos que siempre responden a su manera cuando les preguntas algo. Y se tarda el tiempo que se la da la gana en responderte, pero siempre te contesta. Le da igual si le tiras basura encima, si le escupes, si le tratas mal. Como también le chupa un huevo si lo procuras, si le hablas bien, si lo quieres. ¿Qué más le da si lo odian o lo quieren? Le escupe a un talador de árboles como le escupe a un activista de Green Peace. La manera en que siente el mundo es muy distinta a la que nosotros sentimos. Mucho más madura. No por algo nos lleva millones de años, ¿cierto? La persona más parecida al mundo que nunca he conocido es Bob Dylan. Y no me molestaré en explicarte por qué. Escucha sus discos.

 

El mundo tiene una voz única. Siente a su propia manera y creo que nunca tratará de explicarnos por qué. Esto es porque no sólo expresa sus sentimientos a través de sus playas, del mar, de su tierra y sus árboles, de su viento y su sol y su luna y sus montañas y su arena, y sus nubes y su fondo del mar y su lluvia. Se expresa a través de sus animales y de sus seres humanos. Somos su vehículo, no su juguete. Cuando un perro aúlla a la mitad de la madrugada, no es él quien llora o grita porque tiene hambre o está triste. Es el mundo quien quiere despertar a la mitad de la madrugada a alguna persona y provocarle algo: insomnio, pasión repentina, tristeza inesperada.

 

Es el mundo el que se expresa a través de nosotros. ¿Si no por qué siento tanto? ¿Es por como soy yo o por como es el mundo? ¿Por qué me llueve por los ojos? ¿Por qué sonrío brillando como el sol? ¿Por qué me carcajeo como el trueno? ¿Por qué me desvanezco como el mar? ¿Por qué camino como su rival el tiempo? ¿Por qué fumo con la paciencia de un volcán? ¿Por qué me parezco tanto a la arena?

 

Y no soy sólo yo. Veo a las personas caminar, beber, comer, coger, amar, traicionar, mentir, suicidar, renacer y lo único que veo en ellas es al mundo. Sus deseos, sus traumas, sus confusiones, sus borracheras.

 

El mundo es un hijo de puta muy sensible pero hijo de puta al fin y al cabo. Sincero como nadie que conozca. El mundo, el que yo siento,  es una mezcla de las cosas buenas y malas que tienen o tenían Bob Dylan, John Lennon, Cortázar, Janis Joplin, Neil Armstrong, Noel Gallagher, Jesucristo, Hemingway, Woody Allen, Sofía Loren, las manos de mi padre, los dedos de Eric Clapton, la pluma de Jim Morrison, la garganta de mi amigo León, los ojos de la mujer que amo, la barba de George Clooney, el cerebro retorcido de mi mejor amigo Pepe, la colita de caballo de mi madre, las caderas de Shakira,   una cerveza bien fría, una cajetilla recién abierta de Camel, un encendedor que siempre sirve, las cosquillas en el estómago, la Plaza de Armas de La Habana a las siete de la tarde, la mancha descuidada de café sobre un libro, la inocencia maligna de mi amigo Marco, mi sensibilidad ansiosa, los gritos de mis ex novias, Gaudí, los primeros cuadros de una película porno, la sana locura de Bolaño, un ron Havana tres años en las rocas, All you need is love, el perfume general que crean las mujeres en La Condesa un viernes a las nueve de la noche, un tatuaje bien hecho, la risa de una niña de cinco años, mi vida en un balcón. Mi vida en un balcón.

 

El mundo se sienta frente a mí pidiéndome con los ojos una de las cervezas que descansan junto a la salida del aire acondicionado. Le digo que vaya él por ella y me traiga otra. Con una media sonrisa en el rostro lo hace. Sabe que soy yo el que está en problemas y no él. Confianzudo pone una canción después de buscarla por varios minutos. El cuarto se llena de Real love cantada por Regina Spektor.

 

El mundo sube sus pies al  barandal mientras yo lo observo. Viéndolo tan cerca, me parece un tipo común y hasta cierto punto aburrido. Miro hacia el cielo en busca de otro. El mundo dice:

 

-       Primer acto: Un hombre y una mujer se conocen. Segundo acto: El hombre y la mujer se besan. Tercer acto: El hombre y la mujer cogen. ¿Cómo se llamó la obra?

-       No sé.

-       Carajo. Yo tampoco.

 

Regina se desgañita diciendo que es real love, yes it´s real love. El mundo y yo miramos hacia abajo. Son las ocho de la mañana y allá van las Ramblas. Muriendo por sólo los quince minutos que le toman volver a nacer. El mundo no entiende nada pero aún así amanece. Yo no entiendo nada y no amanezco. Pero extrañamente me siento muy bien.  Extrañamente. El mundo se ha ido. Allá va y allá van Las Ramblas. ¿Dónde estoy yo? En el mundo. En algún lugar del mundo. Y allá van las Ramblas. Hacia allá va el mundo. Caminando igual que yo, hacia un no sé qué, que qué sé yo.

 

Hotel Oriente, Las Ramblas, Barcelona.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario