¿Vienes conmigo?
Pregunta deseosa de estar
a mi lado,
la reina de las madrugadas tristes.
No le contesto
Tratando de contestarle
Con la mirada.
Observo sus cejas que se alzan
Presagiando,
La llegada de una nueva
Lluvia de roces
Y lengüetazos furtivos.
¿Vienes?
Pregunta de nuevo.
Se acomoda en la cama,
Que no es otra cosa,
Más que un colchón aderezado
Por sarapes de origen ancestral.
Decido acercar mis adentros hacia ella.
Me muevo con dificultad a través
De la espesa capa de miedo
Que reposa tranquila en la habitación.
Repito su nombre en la mente
Intentando aterrizar el avión
Que mi memoria ha lanzado al espacio tiempo atrás.
Me recibe con los brazos bien calientes
Una vez que ha trepado torpemente
Sobre el nicho ahora sagrado.
Culpo a la vida,
A la tierra,
A mi madre y
A dios,
Por haberme abandonado en este sitio
Donde la felicidad olvida que
Debe despertar de ese coma eterno y
Observar el techo frío y gris
Que es este cielo.
Intento llorar y no puedo.
Intento besarla y al verme indefenso,
Sube su pierna izquierda sobre mi cuerpo.
Me enpierna.
El sudor es ahora
Tan sólo un sueño que se repite
Y que nunca termina.
A ella no le interesa,
Saber si estoy
Listo o no.
No desea otra cosa
Más que mi corazón podrido
Y
Mi semilla dentro de su vientre.
Siento su sexo moverse
Y restregarse contra mi muslo.
La escucho subir por
Mi cuerpo inerte
E indefenso que apenas palpita.
No encuentro otra opción
Sino buscarme dentro de
Su jardín soleado.
Descansaré dentro de ella.
Le daré mis últimos respiros y
Crearé,
Como si fuera barro húmedo,
Una vasija que contenga mis dolores
Y mis fobias.
Encontraré dentro de ella
La mitad que creo
Me corresponde.
Llegaré a ese lugar donde la vida
No raspe
Tanto.
Moriré dentro de ella.
Veré el último fulgor
De mi mente,
De mi alma podrida,
Reflejado en sus ojos.
Ella ahora observa el techo.
Me recibe como cualquier otro día.
Como un caballo que espera la
Montada de su jinete,
Cada vez que el gallo canta.
Agustín Vélez
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