sábado, 5 de junio de 2010

Muerte en la Bahía.

El cielo espera tu llegada.

Los edificios, las torres, los castillos y las estatuas,

Aguardan expectantes tu alzamiento infinito.

Las calles abren las piernas y la oscuridad entra aceitada,

Sin gota de sangre,

Perfecta.

Tus signos y tus animales

Se muerden la conciencia.

Entreabres los ojos,

Siempre tan inocentemente cerrados.

El mar protesta,

Arroja sus aguas

Contra la bahía.

(Los soldados comunitarios han entrado en Lisboa,

dan pasos inertes,

casi invisibles.

Los puños cerrados,

Las manos vacías,

Vacías de poder).

El infierno sabe de tu próximo arribo.

Tus turistas, tus putas,

Tu congreso y tus reyes muertos.

Tus meseros malencarados,

Tus camiones hediondos.

Tu vista preciosa, tu sentido humano.

Todo el paquete cobrado en Euros.

(Las ciudades no escogen al pueblo

que las habita,

y aunque el pueblo luche por ellas,

las ciudades son las que dan la cara,

al final).

La comunidad te absorbe,

Chupa tu bohemia realeza.

Morirás y caerás sobre

Los otros cadáveres.

!Detengan las campanas,

Portugal ha muerto!

!Que callen a los pájaros,

maten a las palomas!

!Que los barcos se hundan,

que las estatuas exploten!

!Resistencia!

!Libertad!

!Autonomía!

Bah.

Todos han muerto, asesinados.

Las palabras transparentes, apuñaladas.

Cielos cerrados.

!Portugal ha muerto!

!Lisboa le llora!

Ríos inexistentes,

De cálidas aguas,

Se escuchan venir.

Agustín Vélez,

Lisboa.

Junio, 2002.

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