Eric Clapton, Wonderful tonight.
Y está todo bien.
Mi mujer pasa a mi casa y en su coche enfilamos rumbo a Tepoztlán. Mi mejor amigo ha rentado una casa allá y por lo que me ha anticipado, más que una casa es una mansión en el campo.
Y está todo bien.
No he desayunado porque sé que mi mujer se parará en Tres Marías sólo para complacerme y dejarme comer la cantidad de cecina y chicharrón prensado que mi cuerpo pueda resistir. No me excedo para complacerla.
Y está todo bien.
Llegamos al inicio de la tarde, a las cuatro o a las cinco y en cuanto entramos a la casa de campo, el tiempo comienza a desaparecer. Como si se alargara y en ese crecimiento borrara todas las líneas que dividen los minutos de las horas, las horas de los días.
Y está todo bien.
Sentados ante una mesa gigantesca de madera que en realidad son dos unidas, nos recibe el clan. La madre de mi amigo, su hermana, su cuñado, su sobrino, su mujer, dos perros. Están a la mitad de la comida y un “¿quieren comer?” de parte de la madre de mi amigo, me hace sentir tan bienvenido que acepto aunque ya lo haya hecho. Para comenzar el ritual de la comunión y que quede sellado para el resto de la estancia.
Y está todo bien.
El día pasa, se estira cómodamente como Jonás el perro que yace sobre mis piernas y la comunidad fuma tabaco, bebe cerveza, nos trasmite la comodidad que se inyecta sobre los hombros de mi mujer.
Y está todo bien.
Y jugamos futbol mientras la tarde se va sin avisar, y es hora de abastecer la comuna de comida. Así que allá vamos todos en un solo coche al supermercado a comprar lo que haga falta y a exasperar a la cajera con tanta gente y con tanta comida.
Y está todo bien.
Porque la noche entra sin hacer ruido y nos cobija en una de las salas. Y entonces sale mi Gretsch nueva y la Fender de mi amigo y así, poco a poco, nos comunicamos como lo hemos hecho desde hace años, tranquilamente, escuchando y participando y “acabo de sacar Sweet Virginia” o “toca la de The Band” o “creo que este es el requinto de Wonderful tonight”.
Y está todo bien.
Porque él sabe requintear y yo soy bueno para la melodía. Y la madre de mi amigo me da un té de varias hierbas para aliviar mi garganta y nos vamos a dormir y queda para mañana el pendiente de seguir sin hacer nada.
Y en un cuarto las persianas no sirven y en el otro hay un alacrán pero no importa porque hay otro cuarto.
Y está todo bien.
Por la mañana descubro con terror que mi mujer no durmió nada gracias a mis ronquidos pero nada que un buen desayuno con la comuna y un poco de sol no puedan arreglar. Y así como va calentando el día, mi mujer me besa con sus miradas y todos toman el sol, y Santiago el sobrino nada por primera vez en su vida, y todos celebran y yo me refugio a la sombra de un árbol a tocar la guitarra.
Y está todo bien.
Porque así pasa el día como si fuera todo un año hasta llegar a la comida de nuevo o a la cena y de nuevo a la sala y de nuevo a la plática y cada quién en lo suyo pero con los suyos y se unen nuevos integrantes y a la cama de nuevo y ahora soy yo el que se mantiene en vela leyendo para que la mujer pueda dormir y termino el libro de Keith Richards y me pongo feliz o triste porque terminó y duermo un poco para despertar y recibir el último día de este año con sol de invierno, y perros y un niño y una mujer hermosa y mi mejor amigo y una mezcla de buenas personas, simplemente muy buenas personas cada una recapitulando ese año y ahí está Karla la hermana y la madre de Santiago y la esposa de Luis cocinando y su amiga Ana y la madre de mi amigo sonriendo y su hijo Pepe sacando fotos cada medio segundo y mi mujer extrañando a sus padres en silencio y Jonás y Manteca los perros comiendo y Santiago el bebé captando todo con esos pequeños ojos despiertos, registrando en un libro virgen los primeros sentimientos de su vida y metiéndolos en cajones y Anita la mujer de Pepe y mi amiga haciéndonos reír a todos y su amiga Giselle observándonos aburrida y yo estando, suspirando y tosiendo, viviendo.
Y está todo bien.
Porque después de cenar pasamos a la sala de la noche a esperar el nuevo año y cada quien hace lo que se le de la gana y escuchamos música y ponemos el 2 para el conteo y feliz año nuevo dice Ernesto Laguardia pero ya nadie lo oye porque ya hay abrazos y lo primero que hago es besar a la mujer más hermosa de todas y abrazarla y después a mi amigo y a toda la comuna y de ahí a lo que sea. Hay agua en los ojos de mi mujer y también en los de mi amigo que se quita los lentes escondido de todos y limpia una lágrima y pone música y salgo a fumar con él y con mi mujer y los dos a la vez dicen “me pega más el año nuevo que la Navidad” y yo lo sé y me mantengo entre ellos como un poste o un árbol por si lo necesitan y fumamos y entramos de nuevo y unos se van a dormir, otros platican de sus trabajos, otros escuchan música y otros tocamos de nuevo las guitarras y mi mujer con su armónica y sale de nuevo “Wonderful tonight” y la tocamos y cantamos hasta que dan las tres y nos vamos todos a dormir salvo mi amigo que se queda viendo fotos y me despide con un feliz año, Agus, y yo quiero decirle lo mucho que lo quiero y aprecio su invitación pero no digo nada porque sé que lo sabe. Y me duermo al lado de mi mujer y me quedo con ganas de decirle todo lo que la quiero y lo feliz que me siento ahí con ella, simplemente acostado al lado de ella, sintiéndola viva pero no digo nada porque sé que lo sabe.
Y está todo bien.
Porque llega el primer día del año y la comuna desayuna tranquilamente y hay huevos y frijoles y tortillas y hotcakes y todos lucen felices porque no hace falta decir que fue un buen año y que el que sigue va a ser mejor. Y el campo sigue igual, los árboles y las flores aunque el cielo siga dormido. Y en mi cabeza despido a un año de recuperaciones, de tratamientos, de cambios, lleno de amor y comprensión y nuevos amigos y mil cosas buenas que me hacen sentir calientito.
Y así.
Como un suspiro uno se va y otro viene pero nosotros seguimos y estamos y nos despedimos y que sea un buen año para todos.
Y así.
Y así acaba y así empieza y así sigue.
Un año, otro año, nosotros, los amantes, los amigos, los padres, los hermanos, los hijos.
Y un mundo detrás, tranquilo, sin prisas por morir, con árboles y cielo y pasto y guitarras y besos y abrazos.
Y está todo bien.
Y está todo wonderful tonight y today y the rest of the days.
Dos del Uno del Dos mil Once.